lunes, 15 de abril de 2013

Más miembros en la familia

Hace dos semanas, al regresar de un viaje, mi gata (Susy) me recibió con una barriga prominente y un comportamiento alterado; generalmente ella prefiere no estar cerca de la gente y tiene muy mal humor, pero esta vez era todo lo contrario. No estaba muy segura si era embarazo, generalmente cuando una gata está preñada sus pezones se hinchan, comen más de lo acostumbrado y presentan vómito constante, pero con Susy no fue así, pues el único síntoma que presentaba era el de ser “más” cariñosa de lo normal, además de su panza. Preocupada la llevé al veterinario y éste me confirmó su embarazo, estaba próxima a parir (unos 8 o 10 días) y esperaba unos cuatro mininos. Era la primera vez que me enfrentaba a esta situación, antes había asistido el parte de mi perra, pero no sabía nada respecto al de una gata. El veterinario me dijo que las gatas son muy independientes a la hora de tener crías, y así lo confirmé. En casa adecuamos un espacio donde ella se sintiera cómoda, cuando la fecha se acercaba revisé constantemente si tenía contracciones o si estaba alterada. Nunca se quejó, ni siquiera el día de parto. Me di cuenta cuando buscaba a mi otro gato (Loki) y lo encontré “asistiendo” el parto de Susy; el primer gatito salió sin problemas y los otros dos no tardaron en llegar, pero yo contaba con cuatro y mi gata no tenía más contracciones. Solo eran tres, el veterinario se equivocó. Todo el tiempo que duró el parto Loki se encargó de limpiar a Susy, pero ninguno de los dos se preocupó por limpiar a los recién nacidos, o cortar los cordones umbilicales. Por instinto, las mamás se encargan de limpiar a los mininos, se comen la placenta y rasgan los cordones. Esta vez no fue así, y mi hermana y yo nos encargamos de esterilizar unas tijeras pequeñas, atar un hilo en el cordón a 2cm de distancia del cuerpo de cada gatito y cortar; con trapos limpios pasar una y otra vez sobre cada uno para quitar la sustancia que los cubre, en especial nariz y boca para evitar que se ahoguen y finalmente los pusimos cerca a la mamá para que pudieran alimentarse. Susy comenzó a limpiarlos mientras ellos se amamantaban. Finalmente todo salió bien, tres gatitos sanos y una mamá cansada pero orgullosa. Es verdad de que las gatas son muy independientes a la hora de tener crías. A pesar de no haber atendido a sus bebés como se debe en el parto, Susy se encargó de cuidarlos muy bien el resto de la noche, con recelo pero sin agresividad (como es el caso de muchas mamás entre los animales) y Loki adoptó el papel de papá nervioso, no se atrevía a tocarlos pero no se despegó un momento de ellos. Ya pasó la parte más fácil, ahora es el reto de cuidar y educar tres gatitos más en casa. Tenerlos es una experiencia muy gratificante, siempre y cuando haya responsabilidad, por eso si no hay disposición de cuidar en óptimas condiciones tantas mascotas, es mejor esterilizar y prevenir el abandono de los animales.





Susy y sus tres gatitos

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